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Acciones, sentimientos y palabras.


Durante este tiempo de fin de año es necesario hacer una evaluación de la vida reconociendo la mano de Dios en todo cuanto hay de noble, de bueno, de honesto y de elogiable; pero viendo también en aquellas cosas díficiles y poco agradables motivos para continuar trabajando por la ser cada vez mejor.


No es fácil sacar de las cosas díficiles un aprendizaje, pero cuando nos despojamos un poco de nuestro orgullo y penetramos la esencia de las situaciones, podemos encontrar la mejor forma de aprendizaje. El hombre no es más que el cúmulo de sus acciones, sentimientos y palabras. Que todas todas las acciones buenas nos ayuden para acrecentar nuestro vigor, y las malas nos ayuden a reconocer nuestra limitación; que todos los sentimientos buenos nos ayuden a encontrar a jesucristo y su evangelio; y los malos nos permitan tener una vivencia más plena de la Palabra de Dios; y que las palabras buenas hayan sevido para animar a quien necesitaba una de aliento y que las malas palabras, nos permitan reconocer que cada vez se aprende.


Que el Dios de la vida nos permita reconocer el amor en la vivencia de nuestra cuotidianidad.

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Abre el corazón a la Palabra de Dios