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¿Confusión, desanimo o soberbia?

Hay cosas en la vida que conllevan al camino de la perplejidad y sobre las cuales la persona no puede encontrar un camino que conduzca a la verdad, pues se presentan como contrariedades. Hay temas que son de reflexión racional, otras que se convierten en reflexión, pero cuando se encuentran las dos, tocan lo que es la parte existencial, es en este momento cuando se entra a tomar parte de todas las herramientas que se tengan en la mano: las espirituales y las corporales.

No es fácil descubrir cuando se está en una crisis existencial, espiritual, de fe, personal o cualquier tipo de crisis, que en cualesquiera de los casos no es mas que un juicio de la persona que lo puede resolver, sólo la persona, aunque se puede dejar ayudar de medios sobre todo en el contacto con otras personas.

Una de las realidades más hermosas y profundas en las que se pueda ahondar, es el entrar a descubrir el maravilloso mundo de la persona, el cual presenta cada día novedades tan grandes que penetran las esferas del entendimiento. Pero el mundo más grande por descubrir, es la propia persona, la cual también presenta muchas novedades y curiosidades que van en continua formación y aunque el hombre conozca lo esencial en su vida, siempre encontrará algo nuevo, bien sea que proceda desde el interior, o bien desde el exterior, que hace modificar el comportamiento y las sensaciones.

No creo tener siempre la razón, pero tampoco creo errar siempre, el problema es que muchas personas hacen sentir la sensación de que siempre se yerra y únicamente ellos tienen la razón y esto se hace sentir más y más cuando esa persona tiene la autoridad o el poder. Porque el peor castigo para un superior es sentir que su subalterno a acertado y que él se ha equivocado, nunca va a perder, ya que es su orgullo el que está en juego y el que siempre pierde es el que tiene menos poder, inteligencia, estatus o lastimosamente edad. Muchas veces se entra en una lucha de clases, en un capitalismo marxista, ya el que poder busca al poder y quien se presenta con un poco de talento debe ser excluido para que no le mueva la butaca al patrón. Esto sucede en todos campos y con todos los tipos de personas: empresas, estados, familias y hasta en el interior de la Santa Iglesia, que es la primera llamada a la comunión y es debido a personas que toman el servicio como totalitarismo personal e instrumento para doblegar a quienes son mas débiles.

El actuar humano, mi actuar muchas veces me confunde, porque se va dando un problema ontológico y ético, es decir con relación al ser y al qué hacer. No se quieren los demás seres, no se que quiero yo como ser personal. No se porque no se valora a la persona por ser quien es, pero tampoco entiendo porque se valora a la persona por ser lo que tiene: sus títulos, su dinero, su estatus, su poder. No vale más una persona por tener un titulo, aunque halla estudiado mucho, que otra que le toca ganarse su sustento escarbando los escollos de la miseria. No vale más un hombre que otro, pues ante Dios todos somos iguales y seremos juzgados por el amor, además todos los hombres deben ir a la cloaca y nadie guarda sus residuos, por ser de quien son.


Cuando la humanidad comprenda que el conocimiento, el saber, los asensos, los puestos importantes conllevan consigo una responsabilidad y que todo es un servicio para la humanidad, en ese momento, estaremos contemplado la presencia de Dios en un Paraíso.
Me desanimo cuando los problemas de los hombres están puestos en cosas a las que se les puede poner valor, que son aquellas cosas que se escapan y se pierden, aquellas cosas que por ley tienen que desaparecer y nunca volverán, y nunca creamos una riña en donde se compita por quién es el que mas sirve o el que más ama o el que más agrada a Dios, o el que mejor hacer las cosas para la Gloria de Dios. Pero nuestras riñas están en cosas meramente personales en aquello que da poder, que da estatus. En vez de competir porque no nos unimos para crear un reino de amor y de paz.

Me desanimo cuando veo muchas personas que usan la Iglesia para sus satisfacciones personales, para ponerse por encima de las otras personas, para oprimir al débil y frustrar los proyectos de muchas personas, cuando abusan de su autoridad, para aprovecharse de las personas de una forma burda y deshonesta, cuando los templos se convierten en negocios clandestinos con fines netamente lucrativos, donde la relación y el encuentro con Dios es cobrada y negociada, cuando no se confiesa por que no tiene costo, o cuando se celebra la Santa Eucaristía simple y llanamente por el estipendio y el aporte económico que representa la sangre de Cristo. Me desanimo cuando se forma a los futuros ministros para la hipocresía y para andar con dobleces. Me desanimo cuando realizo las cosas por sórdida ganancia, por apariencias o por referencias personales.

Se va la soberbia cuando las autoridades quieren imponer su pensamiento sin preguntar, por el sólo hecho de querer afirmar lo que saben ya son y que además nadie les va a quitar. Se ve la soberbia cuando no se es capaz de pedir un favor, sino que todo se impone, sin importar la persona sino el objeto que con ella se pretende conseguir. Siento la soberbia en mi vida cuando realizo las cosas por cumplir, cuando no me siento capaz de se actuar como inferior, ni quiero ser el de los mandados, ni el botones y el caballero de compañía de las visitas de aquellos que tienen el poder.

Señor dame tus razones para no confundirme, pues si tu entras en mi mente jamás tendré dudas; dame Señor tu esperanza, para andar siempre contigo, pues si tu entras en mi corazón, jamás entrare a buscar nuevos caminos; dame Señor tu amor para no caer en los errores que critico, pues si asumes todo mi ser, podré conducir muchas personas a ti. Amén.

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